viernes, 31 de enero de 2014

Dead end: red

Los dedos de Anna volaban sobre el teclado.
Lo que antes fuera una sala llena de vida, con decenas de terminales sin dejar de operar las veinticuatro horas del día, era hoy como el almacén de una vieja tienda de informática. Los ordenadores yacían sin vida, descuartizados unos, aplastados otros, por doquier; y la gran pantalla central, marcada por una cicatriz diagonal de esquina a esquina sobre el plasma, presidía la estancia como mudo testigo de aquel cementerio tecnológico.
En una esquina (la más acogedora y caliente que había conseguido habilitar allí), el rostro de Anna quedaba iluminado tan sólo por la luz del ordenador en el que insertaba, compulsivamente, una línea más de código...
Laura entró en la sala por la esquina opuesta, sus ojos entreabiertos por culpa del sueño, con dos tazas de chocolate caliente en las manos. Sus pasos rebotaron en las paredes, avisando a Anna de su llegada.
-¿Qué haces?
-Hola "Lau" -la voz de Anna denotaba cansancio, aunque mezclada con una pizca de ternura. Cuando Anna hablaba, lo hacía casi con el tono de una niña de cinco años... Los que tenía su hija, la pequeña Zöe.
-Vaya pregunta... -Laura se había dado cuenta, una vez más, de que había vuelto a preguntar lo de siempre; y esperó la respuesta de siempre. Aunque Anna se empeñara en explicarle cómo funcionaba aquel programa que trataba de depurar, no entendería nada.
-Ya sabes, "peque". Intentando que esta mierda funcione... ¡Chocolate! Gracias, amor... -Anna tomó con ambas manos la taza, para aprovechar la temperatura de la loza para calentárselas. Escribía en el teclado con mitones, pero las puntas de los dedos se enfriaban enseguida.
-Cuidado, que está caliente -avisó Laura, observando con qué ganas se abalanzaba sobre la bebida la programadora de lenguajes.

-¡Joder...! ¡Me he dejado la lengua como una puta lija! -"Tarde...", pensó Laura mientras Anna se quejaba a voces.
-Ssssst... -chistó Laura -. Me ha costado un "congo" que Zöe se quede dormida... Ha vuelto a preguntar por "los señores que andan despacito"... Yo siempre le explico que esos señores están malitos, y que por eso mamá y la tía "Lau" no les dejan entrar aquí. Porque si no todos nos pondríamos malitos, y el médico no tiene la medicina que hace falta para que se curen. Quiere salir a jugar fuera, con Tommy y Francesco... -Laura agachó la cabeza a medida que su tono de voz se poblaba de pesimismo con la explicación.
-¿Sabes? Si salimos de esta, vas a ser una madre cojonuda... -la animó Anna -. Y, como que hay muertos que ya no duermen en sus tumbas, que te juro que lo vamos a conseguir.
-Sé que me arrepentiré luego, pero, ¿Cómo va eso? ¿Me lo explicarías con palabras sencillas? -Laura se recompuso un poco.
-Verás... Básicamente se trata de crear un programa trampa para el sistema. Hay que engañar al ordenador con un software que lo mantenga entretenido, mientras yo trato de descifrar los códigos de lanzamiento de las naves que nos pueden sacar de aquí con otro programa... ¿Te acuerdas del examen de operador de clase 2 de Dave? Nos contaba que el examinador de la escuela técnica era un hueso, y que a su instructor no se le ocurrió otra cosa que dejar en el asiento que iba a usar el cabronazo un Playboy... Así, si Dave cometía algún error, el otro gilipollas estaría mirando tetas, no se enteraría, y podría aprobar el examen.
-Ya... Y ya sé que siempre te lo pregunto también, pero, ¿Crees que aguantaremos lo suficiente como para que tengas tiempo de terminarlo?
-Ya verás... -dijo solemnemente Anna mientras asentía con la cabeza.
-A algún cabrón no se le pasó por la cabeza que esta colonia se convertiría en una ratonera si algo como esto pasaba...
-¿Tú crees que alguien iba a pensar en "algo como esto"? Somos una colonia minera pequeña. Esto es un puto asteroide a no sé cuántos millones de kilómetros de la estación de paso más cercana. Una lanzadera de suministros viene una vez cada cuanto y sólo si es necesario, porque somos autosuficientes y cubrimos de forma independiente nuestras necesidades. Se han jodido los sistemas de comunicaciones, porque una de las naves que trató de huir cuando no se pudo contener el caos, se estrelló contra el grupo de antenas...
-No te enfades...
-No me enfado... Pero si hace un par de días alguna de las naves que logró escapar se apresuró a emitir un SOS a la estación de paso, están a unos veinte días de llegar a buscarnos. Espero terminar antes, porque las provisiones escasean y me hace tan poco gracia como a ti que nuestros maridos estén ahí fuera buscándolas... No son soldados, y esas "cosas" son muchos... Si acabo el programa en un par de días o tres, me enfrentaré al sistema Hércules, desbloquearé los cierres de seguridad, abriré un camino a las dársenas, y confiaré en que el examen de tu marido obtuviera el "sobresaliente" por méritos propios, y no por el Playboy en el asiento del examinador...


-Deberías descansar un poco... -Laura zanjó el tema de los plazos de su supervivencia.
-Me duelen los ojos, y tengo calambres en los dedos... Pero el programa no se va a escribir solo.
-Pero si no paras un par de horas, al menos, tu cerebro se va a hacer puré... Y como tenga que acabar yo el programa...
De pronto, la dulce vocecita de la pequeña Zöe, enfundada en una rana de felpa azul claro, y llena de manchas, interrumpió la charla frente a las tazas de chocolate.
-Mamiiiii... No puedo dormir; me da miedo de los "señores malitos"... -Anna se puedo en pie rápidamente, haciendo que su silla cayera hacia atrás.
-Anda, ven aquí. Que mami te va a dar un achuchón fuerte, fuerte, y la tía "Lau" otro, para que se te quite el miedo, mi amor.
La pequeña, que había llegado a la estancia con pasos cortos, frotándose los ojos con el dorso de una mano y arrastrando su oso de peluche por el suelo colgando de la otra, dejó de hacer pucheros y trotó hacia su madre. Se fundieron en un abrazo.
-¿Por qué no te tomas ahora ese descanso? -invitó Laura.
-Vale, doctora... -sonrió Anna, y cogió en brazos a aquella pequeña princesa, de enormes y azules ojos y pelo rubio como el trigo. La elevó por encima de su cabeza y giró un par de veces sobre sí, como un tiovivo, haciendo las delicias de la niña. La bajó y la tomó de su mano, y juntas se dirigieron al cubículo donde dormían. Laura se sentó frente al ordenador.
-Madre mía... -susurró.
En uno de los monitores, decenas de líneas de comandos incomprensibles para un neófito pasaban una tras otra de abajo a arriba. Debajo de ellas, una barra de progreso indicaba "Compilando: 12%...". En otro monitor, algo que se entendía bastante mejor:

MENÚ DE OPERACIONES

1)    Operaciones de energía - PREPARADO
2)           Control de accesos - PREPARADO
3)        Operaciones de vuelo - PREPARADO
4)          Gestión de personal - PREPARADO
5)  Mantenimiento de equipo - PREPARADO
6)     Control Hércules  - INTRO PASSWORD

-Así que Hércules, ¿No? ¿Así de fuerte? Pues espero que Anna sea más fuerte que tú... -le dijo Laura al ordenador sin esperar respuesta.
La joven doctora apuró su taza de chocolate, y la dejó sobre la mesa del terminal, no sin antes volverse a fijar en el emblema dibujado sobre su superficie... Era el emblema de la colonia número 13; su hogar desde hacía 13 meses: Hope Hill. Giró sobre sí, y encaminó sus pasos tras los de Anna y Zöe, a las que ya se oía reír y juguetear en el cubículo donde se habían montado los camastros en los que trataban de dormir. "Espero que Anna le cuente un cuento a Zöe; un cuento que también me ayude a mi a dormir...", pensó...