martes, 1 de noviembre de 2011

Regreso a casa (segunda parte)

Con el oscuro infinito como telón de fondo colándose por los ventanales, Verheyden masticó su habitual habano a medio fumar y tomó una intensa bocanada de aire, y entonces comenzó a hablar.
-Muy bien, nenas, la cosa es muy sencilla, y os alegrará saber que viene con "regalo".
-¡Me gustan los regalos! -interrumpió Bukowski -. Sobre todo cuando son en forma de gratificación económica...
-¡Cállate, Bukowski! Hemos recibido una transmisión de La Tierra. Parece ser que a los jefazos de la compañía de terraformación se les ha perdido un carguero o algo así. El caso es ya que pasábamos por aquí, nos han pedido amablemente que comprobemos el estado de la nave, ya que no pueden contactar con ella y su baliza de localización la situa en unas coordenadas próximas.
-¿Qué transporta exactamente esa nave, sargento? -preguntó Cortesse.
-Eso, eso... Bien dicho, "fetuccini". No quiero entrar en una puta nave que no conozco, y que lleve una mierda nuclear jodida o algo así, contaminarme y que luego se me caiga la poll... -Chávez se venía arriba.
-¡No hay nada de eso, chicano! -aclaró Verheyden contundentemente -. Sólo herramienta pesada, material de laboratorio y personal científico y técnico en hibernación rumbo a una colonia Dios sabe dónde.
-Entonces es seguro que nos pagarán, ¿No? Será una compañía solvente... -preguntó Krueger.
-Weyland-Yutani, "Kru"... Ya sabes, los de "Construyendo mundos mejores". Los Marines Coloniales no se meterían en trabajitos privados si no asumieran que todo está bajo control. Ya sabes que estos tíos tienen contactos a muy altos niveles, así que toca mover el culo y hacer lo que se nos diga sin rechistar. Esos hijos de puta se encargan de fabricar estas naves, las armas que llevamos, las bombas con las que hacemos reventar a nuestros enemigos y hasta las gomas que se usan en las casas de putas...
-¡Sargento, qué lenguaje...! -ironizó Chávez.
-¿Y los demás? Están durmiendo...
-Tranquilo, Rawlings, Kierkegaard los está levantando para que se unan a la fiesta. Si a ti también acabaran de meterte en el sobre y arroparte, te pondría de mala leche que te despertaran de golpe de un hipersueño inducido.
-¡Deja el trabajo sucio para el androide, novato! -bromeó Cortesse -. Además, los de la Weyland-Yutani también fabricaron a Kierkegaard...


Súbitamente las puertas de la estancia se abrieron, y un oficial de unos treinta y pico, metro ochenta e impoluto aspecto académico, interrumpió la charla - ¡Firmes! -ordenó Verheyden, al tiempo que el teniente Gardner examinó de un fulgurante vistazo su alrededor. Todos se pusieron en pie.
-Descansen -le seguía, frotándose los ojos y estirándose perezosamente, el grupo que completaba el pelotón a bordo del Achilles. Foreman, Di Gregorio, Aaronson, Eastwood y Harrelson. Junto a ellos, un androide de la serie 341 que actuaba como oficial ejecutivo asignado abordo de la nave al Cuerpo de Marines por la compañía.
-Bien, sargento, ¿Qué tenemos?
-Una llamada de La Tierra, señor. Parece que quieren que echemos un vistazo a una nave a la deriva en el sector 7.29. Sólo nos supone desviarnos un día de la ruta de regreso a casa, y en cambio ellos tardarían algo más en enviar una nave de rescate. La Weyland-Yutani es la propietaria de la nave, y parece ser que a bordo hay cierto material de valor con rumbo a una colonia del borde exterior. Han perdido contacto por radio con ellos hace un par de horas.
-Joder... ¿Todo este follón por una radio rota? ¿Qué pasa no revisan sus equipos antes de hacer las maletas? Siempre hay un marine cerca para fregarles un retrete o para recogerles la ropa de la lavandería...
-Y no olvide lo de echarle un polvo a sus mujeres, teniente.
-¡Di Gregorio! ¡Cierra ese agujero que tienes debajo de la nariz, o te daré una patada tan fuerte en el culo que te tendrán que sacar la bota con cirujía! -Di Gregorio era el arquetipo de italo-americano de Brooklyn, con más labia que buen aspecto y de curriculum amatorio bastante cargado.
Todos se rieron a carcajadas, mientras Di Gregorio y Foreman chocaban sus manos como lo hubieran hecho dos jugadores de la NBA tras un espectacular mate.
-¡Eso es, hermano, a por ellas! -gritaba Foreman.
-¡Ya podéis cambiaros de braguitas, nenas, porque esta noche Zach Di Gregorio va a salir a repartir amor por toda la ciudad! -el italiano se contoneaba por la sala mientras fanfarroneaba, pero los demás ya habían dejado de reírse tras echarle otro vistazo a la cara del teniente Gardner.
-¿Ha terminado, cabo? -dijo el oficial al mando.
-Sí, señor. Lo siento, señor -se disculpó Di Gregorio, adivinando una bronca posterior y a puerta cerrada.
-Muy bien, caballeros. Vamos a trabajar, para variar. Kierkegaard, usted me acompañará al puente. Fijamos rumbo al sector 7.29. Sargento...
-Señor...
-Comunicaciones. Contacte con la base. Quiero los planos de esa nave. ¿Cómo se llama?
-Paris.
-¿París? ¿Como la ciudad?
-No: dijeron Paris, señor.
-Qué ironía...
-¿Por qué lo dice, teniente?
-¿No conoce la historia de la guerra de Troya, sargento? Paris derrotó a Aquiles, disparándole una flecha al único punto de su cuerpo considerado vulnerable... Su talón. Aquiles era considerado el héroe más grande de la antiguedad, pues de él se decía que los dioses lo habían sumergido en las aguas de la laguna Estigia, haciéndole casi inmortal. Pero al hacerlo, lo sujetaron únicamente por el talón, que quedó sin mojar por el agua milagrosa, y de ahí que se convirtiera en su único punto débil.
-Pues puedo asegurarle que nadie va a ponerle la mano encima a mi talón, porque antes le meteré un misil táctico por el culo, señor.
-Así se habla, sargento. Bien, pues movámonos. Cuanto antes terminemos, antes dormiremos. Dé las órdenes oportunas -el teniente y el humano sintético desaparecieron del comedor y enfilaron el largo pasillo hacia el puente de mando.
-¡Señor, sí, señor! Muy bien, nenas ¡Quitaros las legañas y comed deprisa! ¡En media hora os quiero listos para correr 10 kilómetros sobre brasas ardiendo con una vaca atada a la espalda! ¿Entendido? Aún tardaremos un rato en llegar, pero quiero las armas listas para un asalto táctico en dos escuadras de 4 hombres. Equipo "Alpha": Raw, Chávez, Cortesse y Bukowski; equipo "Bravo": Kru, Foreman, Di Gregorio y Aaronson.
Como los demás se sientan en el banquillo, ¡A preparar el material! Rifles M41 para tres fusileros, VP70's para todos, un M56 para cada equipo, algo de C4 para voladuras, y el que quiera, que se lleve la navaja suíza. Armaduras ligeras. Echamos un vistazo y nos largamos. No creo que tengamos nada que hacer aquí. Entrar y salir. Seguro que han intentado enchufar el microondas y el estéreo al mismo tiempo y les ha saltado el automático, así que no entréis ahí dándoles patadas a las puertas y asustando a nadie, ¿Entendido?
-¡Señor, sí, señor!
-¡No os oigo, maricas!
-¡Señor, sí, señor!
-¡Pues a comer, coño! A ver si sois capaces de no atragantaros... Me voy a preparar dos localizadores de movimiento y vuelvo en media hora para daros una palmadita en la espalda y sacaros los gases -el sargento Verheyden giró 180 grados y desapareció por el mismo pasillo por el que unos instantes antes lo había hecho el teniente Gardner.