-Oye, Rawlings, ¿Tú alguna vez te lo has montado con una androide? -preguntó socarronamente el hispano del pelotón, que acusaba ligeramente la ingesta de alcohol. Todos se rieron a carcajadas.
-¿Y a ti qué coño te importa, Chávez? Te las das tan de macho, que creo que te lo has tenido que montar hasta con el lavaplatos... Si te presentaran a una camioneta con nombre de chica se la clavarías por el tubo de escape -. Resolvió con rapidez el nuevo recluta del 226.
-¡Punto para el nuevo, Chávez! ¡Jajajajajaja!
-¡Que te den, Cortesse!
El comedor de tropa estaba tan cargado de humo, que desde el pasillo de acceso apenas podían distinguirse las figuras sentadas alrededor de la mesa.
Suele suceder que, tras resolver una misión, los chicos de la USCM Achilles se pegan una buena comida (si se le puede llamar así a lo que reposa bajo el celofán de las bandejas de la cantina), regada con litros de cerveza sintética y ahumada con el alma de mil cigarrillos.
Los chicos del grupo táctico 226, dotación habitual de la USCM Achilles de los marines coloniales, se conocían desde mucho tiempo atrás, y habían servido juntos en multitud de misiones. No hacía aún dos horas que habían abandonado la órbita de una fría roca-prisión en el sistema Tau Ceti, tras sofocar un motín salvaje de los internos, y ya estaban de celebración.
"Llegamos, pateamos unos cuantos culos, y nos volvemos a casa silbando y cantando...", solía decir el sargento Verheyden. Eso era lo que hacían; y lo hacían bien.
-Oye, novato, ¿Y cuál es tu historia? Acabas de llegar, y esta es una unidad que respeta las tradiciones, así que tienes que contárnosla... -inquirió Chávez, un cabo primero de 1'70 natural de El Paso.
-¿Ya me respetas, cabo?
-¡Claro! No te mosquees chaval; sólo te ponía a prueba. Eres rápido con la lengua; espero que lo seas aún más con el nuevo rifle de pulsos M41 BS. Porque cada vez que se lía en alguna cloaca espacial, allá van los del 226...
-Mira, "Raw", no somos una unidad convencional. Pero eso ya lo sabes -continuó explicando la soldado de primera Bukowski -. La verdad es que Búsqueda y Rescate es una de las unidades de choque qué más se mueve desde que se inventaron los procesadores atmosféricos, y las corporaciones comenzaron a repartirse el universo en busca de todo tipo de nuevas fuentes de riqueza.
-¡Eso es! -ratificaron con atronadora voz los casi 2 metros de altura de Krueger, un peso pesado bastante decente de las categorías amateur de la liga de artes marciales mixtas de La Tierra -. Esos hijos de puta se enriquecen con las explotaciones, pero antes ya nos han enviado a nosotros para hacer la limpieza.
-Relájate, "Kru" -recomendó el hispano -. Anda, dale unos puñetazos a la pared... Que como le des otro a la mesa, vas a tirar las tazas de café (y es lo único bueno que hay aquí).
-Vengo de Iowa... -comenzó Rawlings.
-¡Coño, un vaquero! -interrumpió Chávez.
-Y por lo que veo tú eres el toro -devolvió el nuevo.
-¡Jajajajajajaja...! ¡Me gusta...! -Chávez fijó su mirada en un punto indefinido del horizonte y cerró parcialmente los ojos. Agitando sus manos en el aire, parecía un apóstol al que se le hubiera aparecido el mismísimo Dios -. Jesús "Toro" Chávez... Tío, me encanta. ¡Que todo el mundo me llame así a partir de ahora! ¿Me oís, capullos?
-Mis padres tienen una granja cerca de Sioux City. Es tranquilo. Me encanta ir a pescar y cabalgar por la zona siempre que puedo. Pero seamos sinceros: no hay nada más que hacer allí... Lo que fueron verdes parajes hace décadas, hoy son zonas áridas, con ríos contaminados... Por eso me largué. Por eso y porque quería alistarme; es la forma más rápida de poder acceder a los estudios superiores que no te puedes costear.
-¡Vaya, el vaquero quiere ser universitario! -dijo Chávez, al que interrumpió el sargento Verheyden.
-¡Muy bien, nenas! ¡Lamento interrumpir la charla y el banquete, pero tenemos trabajo!
-¡Joder, sargento... Siempre dándonos buenas noticias! ¿No se supone que volvíamos a casa?
-Aún no, chicano, aún no... Muy bien, marines, la cosa es muy sencilla, así que ya podéis sacaros el dedo del culo y abrir bien las orejas, porque no voy a repetirlo...
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