El vientre de la bestia, silencioso hasta resultar opresivo, contaba con sendos ascensores que daban acceso a la cubierta superior. La estancia estaba bien iluminada, y todo parecía reposar como tras una comilona; daba la sensación de que aquel pecio se había tragado todo lo imaginable, y ahora trataba de digerirlo.
-Jefe "Alpha"... Chávez... ¿Me reciben?
-Adelante, teniente, soy todo oídos...
-Ejecuten despliegue hacia la parte anterior de la nave. Les iremos guiando -el ascensor de servicio desarrollaba su ascenso hacia la cubierta superior con desesperante parsimonia -. Cuando se abran las puertas verán frente a ustedes un corredor principal. En unos metros se encontrarán con una bifurcación a derecha e izquierda. Quiero que se dividan en dos equipos y cada uno avance por un pasillo. Vamos a peinar por zonas y aseguraremos palmo a palmo la Paris.
-Al equipo "Bravo" le toca la parte de atrás... -recordó Verheyden.
-Gracias por recordarnos que nos toca sanearle el trasero a la nave, sargento -bromeó Di Gregorio.
-Foreman, ustedes tienen un pasillo perpendicular según salen del elevador. Vamos a recorrerlo juntos. Hacia la derecha se dirige a una de las zonas de almacenaje, y hacia la izquierda camarotes auxiliares y otras pequeñas salas. En su zona se encuentra la sala misteriosa de Kierkegaard, así que si tienen que replegarse, háganlo sin separarse.
-Roger, sargento. Muy bien, chicas... Poneos el pintalabios y el rimmel... Este puto ascensor va a tardar una eternidad... -susurró el jefe de escuadrón, al tiempo que golpeaba la metálica pared de aquella caja con rabia.
En circunstancias normales, y obedeciendo a la cadena de mando, Krueger hubiera representado el papel de jefe de escuadra, pero un altercado hace unos días en una taberna de la estación de paso orbital de la Luna decidió en favor del soldado de primera Foreman.
Ambos ascensores completaron su recorrido hacia la cubierta superior.
-¿Quién diseñó esta nave? -se preguntó en voz alta el humano sintético -. Es extraño. Da la sensación de que la bahía de carga, ahí abajo, casi parte en dos la nave... Se puede acceder también por los pasillos de servicio de encima, aquí y aquí... -Kierkegaard señalaba sobre el esquema de la nave en la pantalla a dos conductos en los que un adulto no cabría, salvo en cuclillas, que pasaban justo por encima de la bahía central de carga donde habían aterrizado los marines -pero sigue resultando incómodo... Es como si estuvieras obligado a pasar por el hangar si quieres llegar a la parte de atrás... Es como si cada mitad de la nave fuera una fortaleza, y de hecho sólo se puede llegar a ellas por un único trazado. Así, si alguien intenta llegar a la cabina o a la sala misteriosa, lo puedes aislar en un pasillo, entre las puertas y los ascensores, y evitas un sabotaje dejando a tus invitados en una ratonera...
-Es probable que cuente con algún tipo de mecanismo de desenganche que divida en dos la estructura, dejando dos naves en vez de una ante una posible emergencia. Aunque hay que reconocer que resulta inquietante... Es como si tuvieran cierto miedo a la carga que llevan detrás, y quisieran aislarla del resto por precaución... Y deshacerse de ella si fuera necesario -la reflexión del teniente suspendió el diálogo entre oficiales por unos instantes -. Aquí hay unos mecanismos de sellado, y delante también... Esto confirma que la nave puede separarse por módulos en tres: zona de la tripulación, hangar y zona de trabajo y la dichosa sala...
-¡Atención los de atrás, nenas! -advirtió por su intercomunicador el sargento Verheyden.
ALPHA
-Muy bien, señoritas... -comenzó Chávez -. Vamos a hacer las cosas como dice en el puto libro... ¡Escuadra de Marines Coloniales a tripulación del CCV Achilles, ¿Alguien nos recibe?! ¡No se alarmen; el rescate ha llegado...! -tras breves instantes, el jefe de escuadrilla insistió, al tiempo que comenzaba a sudar como en el gimnasio de la nave -. ¿Hola, hay alguien ahí? Somos la escuadrilla "Alpha" del Cuerpo de Marines Coloniales de la Achilles. Estamos aquí para ayudarles... No recibimos respuesta. Si pueden oírnos, permanezcan en sus dependencias y llegaremos hasta ustedes...
-¡Coño, ¿Acaso soy el único que se ha dado cuenta de que no nos hemos cruzado aún con nadie?! -advirtió Rawlings. -. ¡No nos recibe nadie, atracamos en su hangar, nadie en los pasillos...! No me gusta una mierda.
-¡Cállate, joder, y déjame pensar! -Chávez se calentaba -. ¿Por qué cojones hace calor como en una puta sauna? -el hispano se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano, mientras sus compañeros resoplaban y miraban en todas direcciones.
-Igual tiene que ver con sus problemas de telefonía móvil, "Toro"... -sugirió Cortesse -. Si el soporte vital tiene problemas, el aire acondicionado es lo primero de lo que se prescinde. O es posible que encontremos algún que otro fiambre si les ha fallado el suministro de oxígeno...
-Y se ahorran un pico en la factura de fin de mes... -bromeó "Raw".
-¿Y entonces qué cojones estamos respirando, gilipollas? Igual sólo están encerrados en sus camarotes porque lo que ha fallado ha sido el mecanismo de las compuertas mientras estaban todos en una orgía y... ¡Mierda! Sargento... ¿Me recibe? -"Alpha" se detuvo un momento antes de comenzar la maniobra en la bifurcación del pasillo -. Antes de continuar quisiera dejar claro que parece no haber nadie en casa...
-Tienen sus órdenes soldado, así que ¡Manos a la obra! Pero quiten los seguros de las armas... - Ordenó el sargento, que ya había encendido un habano y no despegaba la cara del monitor de seguimiento de las cámaras de los cascos -. Tengo ojos y oídos, hijo, así que lo que usted ve, yo lo veo. Necesito que empiecen a asegurar la nave zona por zona.
-A la orden, señor... ¡"Raw" conmigo! ¡Vosotros dos a la izquierda, y quiero saber en todo momento que carrillo del culo os pica, ¿Entendido?! Despacito y buena letra... Y si se mueve algo, lo freís...
-¡Woa! - Exclamaron al unísono Cortesse y Bukowski, al tiempo que hacían chocar en el aire sus puños cerrados.
-Muévete, hermano...
-Eso me dice siempre tu madre... Y también que no me olvide de apuntar antes de disparar...
Cortesse y Bukowski desaparecieron por el desvío de la izquierda. Los pasillos de la bifurcación eran algo más angostos que el corredor central, lo que comenzó a contribuir a la sensación de ahogo que el calor se había encargado de avivar momentos antes.
-Bien... Estamos solos, "Raw". Pero no pienses que nos lo vamos a montar en un compartimento... No eres mi tipo. Adelante...
-Tranquilo, "Toro", ahora no se me levantaría ni con una grúa...
El novato y el bocazas comenzaron a recorrer el pasillo y a encontrar a ambos lados algunas habitaciones. Tan pronto como se acercaron a la que quedaba inmediatamente a su izquierda, adoptaron posición de cobertura.
-¿Cara o cruz, "Raw"?
-Tarde... -respondió Rawlings mientras pulsaba el mecanismo de apertura de la compuerta.
Ambos giraron sobre sí un cuarto de vuelta al mismo tiempo, apuntando con sus armas al interior del recinto. Pero no encontraron nada allí... Se trataba de un área de aseos y duchas. Todo estaba impoluto y seco, indicando que hacía algunas horas, al menos, que no se habían usado las duchas.
-El sensor de movimiento sigue mudo, "Toro"...
-¿Seguro que ese cacharro funciona?
-Los ha preparado el sargento...
-Lo he oído, marines. -dijo el sargento con tono alto, resonando desde los intercomunicadores -. Y estaban perfectamente operativos cuando los preparé...
-No se enfade, sargento, igual son las pilas... -relajó Chávez.
-Silencio, nenas. Ahí no hay nada, así que, ¡A la siguiente habitación cagando leches! -ordenó Verheyden.
-Se pone muy sexy cuando me grita... -masculló entre dientes Chávez.
Tan pronto como salieron de la habitación de aseos, los compañeros que habían comenzado a recorrer su parte del mapa de la nave por la izquierda les sorprendieron con un mensaje.
-¿"Toro"? Aquí Bukowski... Estamos a mitad de la ronda y en tres camarotes no hemos encontrado a nadie... Esto me huele muy mal.
-¿Teniente, me oye? -preguntó Cortesse -. ¿Existe la posibilidad de que hayan utilizado algún vehículo auxiliar para largarse de aquí y que nos hayan mandado sólo a remolcar su nave?
-Kierkegaard, ¿Puede intentar conectar con la computadora de su nave? -preguntó Gardner.
-Me he adelantado a sus órdenes, señor, y estamos en línea con la CPU de la Paris desde hace unos instantes -aseveró el androide -. He tratado de leer el diario de la nave y tengo acceso al 90% de su contenido, salvo por algunos archivos protegidos por contraseñas, referentes a la carga de nuestra sala misteriosa. Debo comunicarles que no se ha registrado la salida de ninguna cápsula de salvamento...
-¿Y entonces dónde cojones se han metido? -el teniente comenzaba a desesperarse -. ¿Un transistor fundido...? ¡Y una mierda!
-Continúen "Alpha"... -volvió a insistir Verheyden.
BRAVO
-¡Ábrete, sésamo! -dijo Krueger. El ascensor se había detenido y las compuertas se habían abierto. Al frente, una pared; a los lados, el pasillo tomaba dos caminos -. Muy bien; vamos allá...
-Recordad: todos juntos. Este pasillo es como una gran "U", que termina en la sala del tesoro por ambos lados, así que la recorremos juntos por la derecha y luego regresamos por el trazado de la izquierda al hangar, ¿Entendido? -dijo Foreman.
Tan pronto como echaron el primer vistazo alrededor y comprobaron la sobriedad de las estructuras, techos y pasillo, comenzaron a recorrer el ala derecha del pasillo.
-Mantened los ojos bien abiertos, marines... -recomendó el jefe de escuadrilla.
Al girar la esquina del pasillo, situada a menos de 10 metros del ascensor, encontraron dos hileras de ventanales que recorrían las paredes de ambos lados. Sin duda, y por el aspecto que mostraban en un primer vistazo, aquellas salas eran laboratorios o una enfermería y un comedor...
-Joder, jefe... -empezó Krueger -. Detrás de esas mamparas hay una pasada de equipo médico... -Krueger abría la marcha con su impecable M56 Smart Gun, a cuyo costado podía leerse, escrito con tinta blanca: "Mejor no estar cerca cuando comience a escupir...". Se detuvo, y con él todos los demás.
-Será mejor que estemos alerta, chicas... Cubrid los flancos... Aaronson, conmigo... - Foreman presionó el mecanismo de apertura, y la puerta octogonal se abrió en dos mitades hacia los lados -las puertas están operativas... ¿Dónde está el fallo que les ha impedido comunicarse con alguien? Aaronson, por ahí; presta mucha atención al detector de movimiento...
-Roger, jefe...
-Atención USCM Achilles, ¿Me reciben? -comunicó el soldado de primera clase -¿Achilles? ¿Achilles?... Joder, más problemas... Esto no funciona, nenas; no me gusta.
-Creo que son las paredes, jefe... -dijo Aaronson -. Parece que el material que las reviste por dentro impide cualquier acceso o salida de señales hacia el exterior o desde el exterior... Estamos metidos en una especie de puta caja fuerte.