lunes, 7 de marzo de 2016

Dead end: comunicación entrante

Silvie jugaba con su anillo... El café, negro y humeante, reposaba frente a ella, junto a uno de los monitores. Juntos, la piloto y su taza de café con el logotipo de Naciones Unidas, eran mudos espectadores del espacio a través del amplio ventanal del puente.
Ella no se había dado cuenta, pero él ya llevaba un par de minutos observándola desde la puerta de acceso a la cabina de mando. Todos los días, al levantarse, también le gustaba quedarse un rato mirándola si seguía dormida... Era un dulce espectáculo.
La primera vez que la vio, le dijo: "No sabía que ahora reclutaban ángeles para recorrer el espacio a bordo de sus naves...". Ella estalló de la risa, hasta casi caer del taburete, mientras apuraba la cerveza que bebía directamente de la botella. Él se sintió estúpido, y rápidamente improvisó una excusa y le echó la culpa a su estado de ligera embriaguez... Pero sea como fuere, el caso es que funcionó. Y ahora estaban juntos.
Incluso enfundada en aquel mono de color verde oliva, con las botas de trabajo, remangada y con las piernas estiradas y apoyadas en una de las consolas de navegación, seguía siendo uno de los seres más sensuales que habían pisado el universo.
-Hola, nena... -casi le susurró, mientras apoyaba las manos sobre sus clavículas y besaba su coronilla.
-¡Hey...! -replicó ella, suavemente, alzando la vista como si estuviera rezando.
-¿No puedes dormir?
-Me apetecía una ducha después de... Bueno... Ya sabes - Sonrió con picardía y guiñó un ojo -. Y me he asomado por aquí porque parpadeaba un monitor. ¿Por qué no vuelves a la cama? Yo voy enseguida... Es sólo un mensaje de audio y vídeo. El ordenador está decodificando la transmisión.
-Vale... Pero no me hagas esperar mucho... Se enfría la cama, y me quedaré dormido oliendo tu almohada.
-Te quiero, ¿Sabes?...
-Más te vale... Aunque creo que sigues queriendo más a Max que a mi -. Max era un simpático joven Beagle de tres años que acompañaba a Silvie Peters y a Gene Kirby en todos sus viajes, y que ahora se acurrucaba plácidamente en un cálido rincón del puente de la nave, junto a una salida de termodifusión de un grupo de ordenadores.
Gene desapareció por el pasillo.


-Bueno... Veamos... ¿Qué tienes para mí? -susurró Silvie para sí misma, girándose hacia la pantalla tan pronto como empezó a emitir sonido. Un "beep" repetitivo avisaba de que había terminado de procesar el mensaje entrante con el que había estado ocupado el ordenador.
Silvie pulsó la tecla de la consola, que mostraba en el centro de la pantalla "Operación finalizada. Pulse INTRO para reproducir.". El videomensaje comenzó a ejecutarse.
En el centro de la imagen, aparecía un hombre de mediana edad, sofocado como si hubiera terminado de correr un maratón. Su cara mostraba una herida encima de una de sus cejas, como de un corte profundo, que había dejado de sangrar hace poco. Hablaba, sin duda, desde el puente de otra nave, y aquel mensaje suponía un S.O.S. en toda regla.
-Al habla Roger Van Dyke, a bordo del carguero Nova 3. Emitiremos este mensaje en todas las frecuencias ininterrumpidamente. Hemos despegado de Titán. Colonia minera Hope Hill de Con Amalgamate. Estamos bien. Pero han quedado personas en tierra sin posibilidad de evacuar. Necesitan ayuda militar. Plaga de origen desconocido y hostil. Virus altamente contagioso está transformando a la gente en... ¡Dios, dense prisa! ¡No tienen posibilidad de comunicación y los recursos para sobrevivir son limitados! ¡Envíen a alguien a buscarlos!
No había terminado de decir aquello... Suficiente... Al menos alguien podría darle las gracias si el contenido del mensaje y el hecho de que llegara a la tripulación de la nave de Silvie Peters, dieran sus frutos.
Tras su última frase, aquel hombre era rodeado por media docena de brazos que tiraban de él, haciéndole caer en un alarido, y todo alrededor suyo se convertía en una orgía de sangre y gritos desgarrados. La cámara se teñía de rojo, salpicadura tras salpicadura, jirón tras jirón, hasta que una viscosa masa sanguinolenta tapó toda la óptica.
Silvie dejó caer la taza al suelo. Sus ojos se abrieron como platos, y no acertó a articular palabra... Balbuceó aún durante algunos segundos, antes de gritar tanto como pudo... -¡Gene, Gene...!
Probablemente aquel videomensaje habría llegado a alguien más, pero no era momento de hacer cábalas. Habría que ponerse manos a la obra y tratar de poner rumbo, lo antes posible, hacia la ubicación señalada. La luna de Titán no estaba tan lejos. Además, habría que intentar enviar un nuevo mensaje de socorro en todas las direcciones del universo...
-¿Qué demonios pasa, nena...? -Gene entró en el puente en calzones y una camiseta de manga corta interior blancos.
-Mira... -Silvie señaló hacia la consola con el dedo, en cuya pantalla podía leerse "¿Reproducir de nuevo? Pulse INTRO.".